Hace un poquito más de un mes se respiraba un aire de nostalgia y expectativa. No solamente era el último día del año, sino también de la década. Diciembre 31, 2019 llegó y se fue en un abrir y cerrar de ojos; al igual que el año entero, el año anterior, el año antes de ese, y así sucesivamente.
El día se abrió camino a través del reloj. Con gracia sacudió su cintillo dorado en el aire de un lado del horizonte al otro. Corazones internamente clasificando cajas y cajas de memorias; pupilas ardiendo, llenas de esperanza y enfocadas al futuro.
La noche avanzaba y juntos todos, buenos deseos profesaban. El final de una “era” había llegado a su fin, y así el principio de otra. Cada quien ocupado haciendo planes y fijando metas, resoluciones de año nuevo a la orden del día.
¡Adiós pasado, hola presente!
Hace dos días cerramos el primer capitulo de doce en nuestros libros titulados 2020, así que me gustaría compartir algunas palabras contigo.
Hay una frase escrita por un de mis autoras favoritas que dice así:
“No tenemos nada que temer al futuro, a menos que olvidemos la manera como Dios nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada.”
– Ellen G. White
Reflexionando sobre el primer mes de este año quizá podríamos decir: “¡qué intenso!”
Fuegos devastadores, terremotos persistentes, virus aterradores dando la vuelta al mundo y ¿rumores de guerra? ¡¿Qué está pasando?!
La segunda venida de Jesús está a las puertas. Eso es lo que sucede.
Al fijar nuestra vista en los siguientes once meses de este año, te invito a que hagas dos cosas:
- No permitas que la cronofobia (miedo al futuro) sea un tropiezo a tus planes. Camina hacia adelante con fe, con la certeza de que sirves a un Dios todo poderoso que está al control de todo. (Mateo 6:34)
- No permitas que la mnemofobia te robe la paz. Recuerda que el mismo Dios a quien tu sirves es también tu padre amante y perdonador. (Miqueas 7:9)
Así como el Apóstol Pablo dijo:
“…pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. “
Filipenses 3:13-14