La primera vez que me puse un par de lentes tenía 6 años, ¡y vaya que me cambió la vida! Ahora podía ver con claridad lo que mi maestra escribía en el pizarrón, las líneas curvas y borrosas se convirtieron el líneas rectas y bien definidas, y los colores se tornaron más vívidos y vibrantes. Mi visión era ahora prístina.
Casi sentía como que había entrado a una nueva dimensión. Mi perspectiva en la vida había cambiado por completo.Con el paso de los años he llegado a depender mucho de mis lentes y he aprendido a apreciarlos mucho más. Con ellos el mundo no solo se ve más claro, también se ve más bonito.
Dada nuestra condición pecaminosa, podríamos decir que sufrimos de miopía, astigmatismo e inclusive daltonismo espiritual. Atrapados entre el tiempo y el espacio, nos hemos convertido en prisioneros a una dimensión que no fue creada para nosotros. Nuestra visión está terriblemente distorsionada.
<<Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.>>
Jesús viene pronto, y el velo de confusión y oscuridad que pesa sobre este mundo y la raza humana será levantado para siempre.
<<He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.>>
Yo no sé tú, pero la idea de dejar atrás a una dimensión infectada por el pecado y entrar a una nueva, libre de pecado ¡me emociona sin medida! Es entonces que seremos capaces de entender los misterios de la vida y los secretos del universo. Estudiaremos la esencia del Amor con una nueva y más clara perspectiva, sin ningún tipo de distorsiones. Finalmente veremos las cosas como realmente son.
¿Lo mejor de todo? No necesitaremos lentes.
Un día no muy lejano, tú y yo tendremos visión física y espiritual 20/20 ¿No te parece eso genial?