Cuando tenía diez años, mi familia y yo fuimos a pasar la navidad y el año nuevo en nuestra casa de campo. Estaba más que emocionada. El lugar era mágico, uno de mis destinos de vacaciones favoritos. Tenía una pequeña casa en la cima de una colina con un diseño de tablero de ajedrez en el frente. En el patio, había un pozo, una quebradita, árboles frutales de mango y aguacate, y un clima encantador. Sin embargo, la mejor parte de todo era que toda mi familia estaba junta. Mis abuelos, mis padres, mis hermanos ¡incluso mis perros!
Cantamos, contamos chistes, comimos comida deliciosa y la pasamos genial. ¡Fue la semana de navidad más encantadora! Sentía que no me faltaba nada en el mundo. Me sentía feliz y completa. Lo mejor de todo es que todas las personas importantes para mí estaban juntas en un solo lugar.
“Nunca más tendrán hambre, nunca más tendrán sed. El sol no los abrumará, ni ningún calor abrasador. 17 Porque el Cordero en el centro del trono será su pastor; ‘los guiará a manantiales de agua viva.’ Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”.
Cuando lleguemos al cielo, finalmente nos sentiremos y seremos completos. No extrañaremos ni anhelaremos nada. Sé que no puedo esperar a que llegue ese día. No habrá lágrimas, solo alegría, y finalmente estaremos con Jesús.
Dios envió a Su Hijo a nacer y morir en esta tierra para que tú y yo pudiéramos tener acceso a la redención y a la vida eterna. Aunque la fecha de nacimiento de Jesús no está especificada en la Biblia, es importante tomarse un momento para agradecer al Señor por Su amor incondicional hacia nosotros y por enviar a Su hijo para rescatarnos del pecado.
También te puede interesar: