Cuando Dios te pide que mates un sueño

Imagina esperar 25 años para que un sueño se haga realidad. Ahora imagina que, después de recibir lo que has estado esperando, te piden que lo dejes ir. ¿Cómo te haría sentir eso? ¡Sé que me sentiría increíblemente decepcionaao, triste, enojada, frustrada y confundida!

Una historia del Antiguo Testamento que siempre me ha sorprendido es la historia de Abraham e Isaac. Abraham y su esposa esperaron 25 años para que se cumpliera la promesa de tener un hijo. Entonces, un día, Dios le dice a Abraham: “Dame a tu hijo en sacrificio”.

¿Realmente estaba Dios pidiendo un sacrificio así?

Aunque no lo entendía, Abraham decidió ser obediente. Renunciar a lo único que había estado esperando.

Así que, cuando Abraham e Isaac llegaron a la montaña, Abraham colocó a Isaac sobre el altar. Cuando estaba a punto de herir al niño, un ángel lo detuvo.

Dios proveyó un carnero para el sacrificio y le dijo que perdonara la vida de su hijo. Porque lo que Dios buscaba no era la vida de Isaac, sino el corazón de Abraham. Él quería saber que Abraham sería obediente incluso si eso significaba dejar ir algo que amaba tanto.

“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir”

Hebreos 11:17-19

A veces, Dios nos hace esperar un sueño; a veces nos pide que lo dejemos ir. Sea cual sea la circunstancia en la que te encuentres, recuerda que los sueños están destinados a acercarnos a Dios. Cuando un sueño te hace aferrarte más fuerte al Dios de los sueños que al propio sueño, ha cumplido su propósito. Tener esto en cuenta te ahorrará muchos pesares.

Como Abraham, podemos elegir ejercitar nuestra fe en el Dios de los sueños. Descansar en su voluntad, disfrutar cada día y circunstancia tal como se presenta, y enfrentar la vida con optimismo y un profundo sentido de seguridad, sabiendo que el Dios de los sueños conoce y se preocupa por cada una de nuestras necesidades y deseos.

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