Dios me enseñó una lección sobre misericordia cuando estaba en la secundaria. En ese momento, no lo reconocí como tal, pero con el paso de los años, lo entendí.
Invité a una amiga de la escuela a ir a la iglesia conmigo. Mi amiga eligió el atuendo más elegante de su armario. Como no asistía a la iglesia, sus opciones de vestuario eran limitadas. Sin embargo, eligió la ropa más lujosa que tenía.
Cuando mi amiga se levantó para ir al baño en la iglesia, una hermana mayor se me acercó y me dijo: “Tu amiga no va a conseguir un esposo aquí vestida así; debería buscar en otro lugar”. Me quedé sin palabras.
No sé si ella u otra persona le dijo algo grosero a mi amiga. Lo que sí sé es que mi amiga nunca volvió.
Durante mucho tiempo, pensé mal sobre esta señora de la iglesia que creía que mi amiga no era “lo suficientemente buena” para la iglesia. Luego me di cuenta de que esta señora, al igual que yo y mi amiga, también necesitaba a Jesús. Porque si juzgo al que juzga, ¿en qué me convierte eso a mí?
Huyendo del llamado
Jonás pensó que los ninivitas no eran lo suficientemente buenos para recibir la misericordia de Dios. Un poco anticristiano para un profeta, podrías pensar. Entonces, ¿adivina qué? Dios lo envió a predicarles. Los ninivitas tenían cuarenta días para arrepentirse de sus malos caminos; si no lo hacían, serían destruidos. Ese era el mensaje.
¿Suena simple de entregar, verdad? Pero Jonás conocía a Dios. Y sabía que si se arrepentían, Dios les mostraría misericordia y les dejaría vivir. ¿Por qué eso le molestaba a Jonás? Porque su palabra como profeta sería desacreditada. Su orgullo se interponía en el camino de su salvación. ¿Alguna vez tu orgullo ha estorbado la salvación de alguien más?
Tu llamado, tu testimonio
Dios sabía que Jonás necesitaba dejarle entrar en su corazón tanto como los ninivitas. Así que lo envió en una misión para llevar la salvación a Nínive. Después de rebelarse, huir y, metafóricamente, morir y resucitar después de estar atrapado en el vientre de un pez, Jonás respondió al llamado, sin saber que encontraría la salvación para él mismo en el camino. Dios estaba en una misión no solo para salvar a los ninivitas, sino también para salvar a Jonás. Cuando Dios nos envía en una misión para otros, es porque nosotros también la necesitamos.
¿Cuánto vale un alma?
Hacia el final, Dios le enseña a Jonás una lección vital: la misericordia y la salvación son para todos por igual. Si quieres conocer los detalles sobre el desenlace, busca en tu Biblia 😊 ¡leer todo el libro de Jonás solo te llevará cinco minutos!
¿Estás dispuesto a compartir las buenas nuevas de la misericordia de Dios y dejar que Él toque tu corazón en el proceso también?
“… sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes.”
Jonás 4:2
También te puede interesar: