Agradecer a Dios es una manera de adorarlo. Si me preguntas cuál es mi festividad favorita, te diré sin pensarlo dos veces que es el Día de Acción de Gracias. Es mi festividad favorita no solo porque ocurre en el otoño—mi estación favorita—o por toda la deliciosa comida típica de esta fecha, sino porque es un hermoso recordatorio para hacer una pausa, mirar hacia atrás y agradecer a Dios por todos mis seres queridos y por todo lo que me ha dado.
No tuve mi primera celebración formal de Acción de Gracias hasta que tenía catorce años. No hay una razón oscura o trágica para ello. De pequeña simplemente no era algo que se celebrara en mi país de origen, Panamá. Sin embargo, ahora se ha convertido en una celebración especial en mi hogar.
Han pasado diecisiete años desde aquella primera cena de Acción de Gracias que tuve a los catorce. Mientras me preparo para celebrar este año, no puedo evitar preguntarme cómo habría reaccionado mi yo de catorce años si le hubieran contado sobre las innumerables bendiciones que recibiría en los próximos diecisiete años.
La ciencia de dar gracias
Según la teoría de Emmons, la gratitud consiste en un proceso de dos pasos:
- Reconocer algo bueno en nuestra vida.
- Reconocer que hay una fuente de ese bien en nuestra vida.
Esta teoría me recuerda mi historia favorita en la Biblia sobre la gratitud.
El diez por ciento
Cuando Jesús sanó a los diez leprosos, no lo hizo de la misma manera que había sanado a otros enfermos, tocándolos. En cambio, les dijo que fueran directamente al sacerdote para que pudieran ser declarados limpios. Los diez mostraron su fe en Jesús. Hicieron lo que se les indicó, y la lepra desapareció mientras iban camino al sacerdote. Sin embargo, solo uno de ellos expresó su gratitud.
El regalo de la gratitud
Cuando el leproso agradecido regresó para dar gracias a Jesús por sanarlo, recibió algo que los otros leprosos no: un momento de intimidad con Jesús. La gratitud te acerca a Jesús y fortalece tu relación con Él. Este Día de Acción de Gracias busquemos no solo enfocarnos en dar gracias por nuestras bendiciones, sino también en Aquel que nos bendice.
“Y se postró rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias…” – Lucas 17:16
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