¡¿En Qué Me Acabo De Meter?!

Simplemente dije sí, eso fue todo.

El mes pasado empaqué mis maletas y me mudé a un lugar lejos de todo lo que amo y conozco en esta vida para irme a vivir a una comunidad de indígenas Miskito al norte de Nicaragua.

¿Para qué? Para hacer trabajo médico voluntario en un lugar tan remoto, que a veces pareciera estar completamente desligado del resto del mundo.  Sin familia, sin amigos, sin señal telefónica, sin internet… excepto por una o tal vez dos veces por mes.

¿Es aterrador?  Si. ¿Pero me arrepiento? No.

Así que aquí estoy, en un lugar llamado Tasba Raya, que traducido significa “Tierra Nueva

Un lugar donde la tierra es color naranja, donde los perros parecen coyotes, donde el sol da la impresión de ser más pequeño, pero a la vez más rojo y fogoso; y donde las vacas, las gallinas, y los cerdos corren libre y sin rienda, al igual que los niños.

Usualmente desnudos y descalzos, los niños corren sobre un suelo infestado y casi por completo tapizado por excremento animal. Con narices mocosas, dientes podridos, panzas llenas de parásitos, cabezas llenas de piojos, pieles llenas de hongos, y ojos drenando pus…así corren ellos.

Sabes, no importa cuántas fotos mires, o cuántos documentales veas, nunca nada podrá realmente prepararte para el dolor que vas a sentir cuando experimentes esto en vivo y a todo color.

Y cuando ves todos estos males juntos en un solo niño, y luego el siguiente, y luego el siguiente… y pronto te das cuenta de que la mayoría de estos niños se encuentran prácticamente en el mismo estado, se te parte el corazón en mil pedazos.

Lo que me consuela es, saber que aún en medio de todo ese dolor y sufrimiento, e inclusive cuando a veces pareciera que el resto del mundo ha olvidado a los Miskito, Dios no se ha olvidado de ellos.

De hecho, Dios los ama tanto como me ama a mí. Él mantiene un conteo meticuloso del número de cabellos sobre sus cabezas, y guarda cada una de sus lágrimas en una botella.

Y es por eso que estoy aquí. Para recordarles a través de mis manos que hay un Dios allá arriba que vela por ellos y que los ama incondicionalmente.

Debo confesar, que mi anhelo por el Cielo y la Tierra Nueva es cada día más fuerte. Porque en aquella Tierra Nueva, los niños no correrán desnudos ni descalzos, no habrá más narices mocosas o dientes podridos, no más pus, hongos, piojos, o parásitos. No habrá más dolor ni sufrimiento, y la necesidad de enfermeras cesará.

happy nurse babyEste solo ha sido mi primer mes, pero ha sido un buen mes. Creo que comienzo a entender lo que se siente estar bajo las alas del Altísimo en medio del peligro, tuve la dicha de sentir el dulce abrazo de Jesús al contemplar el plácido rostro de una bebé recién nacida que duerme, y también tuve el placer de experimentar la gracia restauradora de Dios a través de la estabilización de un paciente crítico.

No sé qué traerá el resto de este año consigo. Pero sé que Dios está al control. Y para ser honesta, casi no puedo esperar a ver que será; porque sé que Él tiene un plan 🙂

 

Continuará…

 

 

 

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