Un momento de mi vida que no planeo volver a vivir (al menos no por lo pronto) es cuando pasé una noche entera conduciendo de regreso a casa desde la ciudad después de un fin de semana ajetreado hace un mes. Había sido un fin de semana divertido y super movido. Mi esposo y yo comenzamos nuestra loca aventura el sábado a las 2 a.m., después de haber dormido solo una hora y media la noche anterior. El plan era viajar a la ciudad (un trayecto de ocho horas) para asistir a la iglesia por la mañana y cumplir con algunos compromisos laborales el sábado por la noche y el domingo. Luego regresaríamos el domingo en la noche para estar en casa y listos para funcionar el lunes, sin ningún tiempo para recuperarnos.
Mi esposo condujo hasta la ciudad el sábado por la mañana completamente solo (mientras yo dormía). También tomó el volante durante la primera hora y media del viaje de regreso ese domingo a la medianoche. Ambos estábamos agotados, pero él un poco más que yo. Así que decidí tomar su lugar.
Gracias a Dios, llegamos a casa sanos y salvos y sobrevivimos a las consecuencias de un fin de semana tan loco. ¡Fue una aventura divertida pero también peligrosa!
Luchando en el huerto
La historia del Huerto de Getsemaní en Mateo 26 siempre me ha hecho sentir incómoda. Aguantar sueño nunca ha sido mi fuerte. ¡Estoy segura de que habría sido la primera en quedarme dormida en el huerto! Cuando Jesús les pidió a Sus discípulos que se mantuvieran despiertos y oraran en el Huerto de Getsemaní, no estaba simplemente pidiendo compañía. Les estaba invitando a un momento sagrado; a compartir Su dolor, interceder en oración y mantenerse firmes ante las pruebas que estaban por venir. Sin embargo, a pesar de Sus repetidas súplicas, los discípulos se quedaron dormidos, no una, sino varias veces.
Al leer este pasaje, es fácil criticar a Pedro, Santiago y Juan, pensando: “¿Cómo pudieron quedarse dormidos en un momento tan crucial?” Pero, ¿cuántas veces nos quedamos dormidos, literal o figurativamente, en nuestras propias vidas cuando Dios nos llama a mantenernos despiertos?
¿Cuántas veces también dejamos pasar un momento? Dios nos da oportunidades para orar, actuar, consolar a alguien necesitado o mantenernos firmes en nuestra fe. Pero las comodidades del sueño, las distracciones de la vida o el peso de nuestros propios deseos desvían nuestra atención.
En Mateo 26:45, Jesús regresa y encuentra a Sus discípulos dormidos una vez más. Entonces pronuncia una de las frases más agridulces de la Biblia: “Dormid ya y descansad. He aquí, ha llegado la hora.”
¿Estás aprovechando el momento?
Llega un punto en el que el momento de actuar pasa, y la oportunidad desaparece. Dios nos da innumerables ocasiones para colaborar con Él, orar, mantenernos firmes en la fe y marcar la diferencia. Pero si continuamente elegimos nuestra comodidad sobre Su llamado, podríamos escucharle decir: “No te preocupes, ya está todo hecho.”
¿En qué área de tu vida te está pidiendo Jesús hoy que permanezcas despierto? ¿Qué oportunidades tienes ahora que podrías no tener más adelante?
“Velad y orad para que no entréis en tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” – Mateo 26:41
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