5 Cosas que puedes hacer cuando Dios le dice NO a tu sueño

¿Alguna vez has deseado tener o lograr algo? ¿Un sueño específico que te impulsa a despertarte cada mañana y te roba el sueño por la noche? Tal vez no solo te quedabas hablando de tu sueño mientras sostenías tu barbilla con la mano, sino que ponias manos a la obra, y se sintía tan bien. Estabas tan seguro de que esto era lo correcto.

Aunque Dios es el mayor soñador que existe, aunque Él se deleita cuando ve a Sus hijos soñar en grande, y aunque Su corazón se derrite al ver a Sus hijos dispuestos a trabajar arduamente para lograr sus sueños, la respuesta no siempre es un SÍ.

¿Te ha pasado eso alguna vez? ¿Cómo te sentiste cuando Dios dijo NO?

El hecho de que la respuesta sea NO no significa necesariamente que estuvo mal soñar ese sueño en primer lugar.

Toma a David, por ejemplo. Fue un rey poderoso y rico que tenía un ardiente deseo de construir el templo más magnífico para Dios. No soportaba la idea de que Dios habitara en una tienda mientras él vivía cómodamente en un palacio lujoso (2 Samuel 7:2). Su sueño era bueno; era un sueño desinteresado. Estaba ansioso por comenzar el proyecto más importante de su vida, un sueño muy preciado.

Un “SÍ” de parte de Dios era todo lo que David esperaba. Sin embargo, en lugar de un SÍ, recibió un NO (1 Crónicas 28:3).

Esta vez, Dios eligió explicarle a David por qué la respuesta era un NO. Sin embargo, Dios no siempre elige explicarse. No está obligado a hacerlo.

La mayoría de nosotros hemos experimentado el “no” de Dios en algún momento u otro. Si estás en estado de shock después de recibir un “no” y no sabes cómo sentirte o qué hacer, sigue leyendo.

Aquí tienes 5 cosas que hizo el rey David que tú también puedes hacer cuando la respuesta de Dios es un NO:

Sé agradecido (2 Sam. 7:18)

¿Qué? ¿Demasiado pronto? Sé que suele ser difícil ser agradecido después de un NO. A pesar de todo, tómate un momento para mirar en el retrovisor. Sé agradecido por las cosas que Dios ya te ha ayudado a obtener y lograr. Cuando estamos cien por ciento seguros de que las intenciones de Dios hacia nosotros son solo las mejores y que el cielo mismo está completamente invertido en nuestro bienestar, entonces, incluso si la respuesta resulta ser un no rotundo, nuestros corazones estarán tan llenos de gratitud que habrá menos espacio para la decepción.

Adora a Dios (2 Sam. 7:22)

Adóralo por Su grandeza, por Su sabiduría y por Sus misericordias. Adóralo en los buenos tiempos y en los malos, cuando dice “SÍ”, cuando dice “ESPERA”, cuando dice “NO” e incluso cuando permanece en SILENCIO. Después de todo, se trata de Él.

Sométete genuinamente a la voluntad de Dios (2 Sam. 7:25)

Lo sé, es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, recuerda, esto tiene poco que ver con los sentimientos. Es lo lógico. Aquí te explico por qué: Jeremías 29:11, Romanos 8:28, 3 Juan 1:2, Lucas 11:11. Tienes a un Dios cuyo principal interés por ti es la felicidad eterna. Su voluntad para tu vida siempre será más grande, mejor y más brillante de lo que imaginas. Eso es un hecho.

Sigue adelante con otros proyectos y busca nuevos (2 Sam. 8:1)

Hagas lo que hagas, no te quedes atascado en un estado eterno de duelo por un sueño que nunca pudo ser. No culpes a otros, no culpes a Dios, no culpes a la “suerte” y no te acostumbres a sentir lástima por ti mismo. Esta mentalidad solo te impedirá lograr las grandes cosas que Dios tiene en mente para ti. ¡Mira a tu alrededor; hay muchas otras opciones y las posibilidades son infinitas!

Ayuda a alguien más a lograr el sueño que a ti te dijeron “NO” (1 Crónicas 29:2)

Después de que a David le dijeron NO para la construcción del templo, no abandonó el proyecto por completo. Sabía que él no era el designado por Dios para llevar a cabo esta tarea; sin embargo, eso no detuvo a David de invertir su tiempo y recursos en ayudar a Salomón (a quien Dios había designado para construir Su templo) en todo lo que pudo. ¡Hablemos de desinterés y dedicación!

Isaías 43:18, 19 dice:

“No os acordéis de las cosas pasadas ni traigáis a la memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.”

Sirves a un Dios que ama soñar y que ama aún más a aquellos que se atreven a soñar.

Tú, mi amigo, sirves a un Dios tan involucrado en tus sueños que sudará cada gota que sudes, llorará cada lágrima que llores, te sostendrá de la mano y te llevará en cada paso del camino.

Así de mucho le importas.

Así que, levanta la mirada, sigue adelante y sigue soñando.

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