Divine appointment clock yellow

Cita Divina

Fue una cita divina, de eso estoy segura. El lugar era Waco, Texas. En el otoño de 2013 estaba distribuyendo literatura de salud y espiritualidad de puerta en puerta como parte de un programa de becas en mi universidad. El territorio era difícil, la mayoría de la gente se sentía incómoda con la literatura espiritual y desconfiada de cualquier persona que tocara su puerta. La constante negatividad y el rechazo me hicieron sentir agotada y desanimada.

En mi frustración, le pregunté a Dios: “¿Por qué me trajiste a este lugar? Claramente, nadie aquí quiere nada de esto”.

Mientras cuestionaba a Dios, llamé a la siguiente puerta y, para mi sorpresa, una señora hispana contestó. No había visto muchos hispanos en el área en la que estaba trabajando, y al ser yo también hispana, sentí que teníamos algo en común que podría llevarnos a un buen comienzo. Su nombre era María. Mientras me invitaba a entrar, parecía muy interesada en lo que le estaba contando y mostrando.

A cada persona que visitábamos, siempre ofrecíamos una lista de servicios comunitarios y una tarjeta azul en la que podían completar la información de contacto para ser contactados más tarde sobre los servicios comunitarios en los que habían mostrado interés. Ella llenó una. Antes de irme, ofrecí una oración y ella la aceptó. Cuando terminamos de orar, levanté la vista y vi a María mirándome, con una expresión en blanco.

Entonces, comenzó a llorar. Me dijo que sufría de depresión y que esa visita era justo lo que necesitaba. Seguí mi camino, pero ella se quedó en mi mente por el resto de la semana.

“Muéstrame, Señor, tus caminos; enséñame tus sendas.”

Salmo 25:4

Llegó el sábado, ese era nuestro último día en la ciudad. Antes de irnos, queríamos visitar algunas de las tarjetas azules que habíamos recopilado durante la semana. Solo podíamos elegir dos por estudiante, así que sin mirar, elegí dos de las muchas tarjetas azules que tenía. Para mi sorpresa, ambas tenían el mismo nombre y apellido, pero cada una con dirección diferente.

Fui con otros dos estudiantes; visitamos primero sus contactos. Cuando llegó el momento de visitar el mío, nos estábamos quedando sin tiempo, así que solo pudimos visitar uno. Una vez más, sin mirar, elegí una de las tarjetas azules. Nos subimos al carro y nos dirigimos hacia allí. Cuando llegamos a la calle, vi a través de la ventana a una señora barriendo su porche, ¡era María!

Antes de bajarnos del auto, buscamos literatura en español, ya que ella solo hablaba español, y para mi sorpresa, una vez más, encontramos las dos últimas revistas en español que quedaban. Una se titulaba: “El propósito de Dios para mi vida” y la otra se llamaba: “¿Realmente le importo a Dios? No podría haber sido más preciso.

Esta experiencia me enseñó que muchas veces, estamos en el lugar adecuado y en el momento adecuado, o como me gusta llamarlo, programados para una cita divina. Avences lo es para recibir una bendición y otras para ser una bendición para alguien más.

Siempre hay un propósito más grande detrás de todo, incluso detrás de las cosas que no tienen sentido.

¿Lo crees?

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