La presión de grupo negativa (porque tambien existe la positiva) puede llegar a ser una fuerza casi invencible, pero solamente si tú así lo permites. Aunque la presión de grupo tiende a ser más notable durante la adolescencia, (que suele ser la etapa cuando más importancia le damos a la popularidad) en realidad, la presión de grupo no sabe discriminar edad. Es muy fácil pensar que “la mayoría siempre tiene la razón”, o que “la mayoría  es más cool”, simplemente por ser la mayoría. Sin embargo, querido amigo, querida amiga, no siempre es así.

Una de mis más tempranas memorias es la de mi madre, repitiendo con autoridad y convicción la siguiente frase: “Dios y yo somos mayoría”. Hoy te quiero decir a ti que estas leyendo esto, que Dios y tú, son mayoría.

Cuando Noé fue encargado con la tarea de anunciar el fin del mundo por un diluvio y construir un barco para salvación de la humanidad, él fue humillado, marginado, y maltratado por “la mayoría”. Noé y su familia, no eran “la mayoría”, Jesús y sus 12 discípulos no fueron la mayoría, y el remanente de Dios no es “la mayoría.

Ser parte de la mayoría en términos humanos muy probablemente traerá a tu vida un sentido de aceptación y popularidad. Sin embargo, esa “aceptación” y “popularidad” no son nada más que simples ilusiones pasajeras.

Lo correcto no siempre coincide con la opinión popular. Sin embargo, lo correcto, siempre será la mejor opción, aunque “la mayoría” no esté de acuerdo.

En Gálatas 6:9 se encuentra una maravillosa promesa que te quiero compartir hoy: “No nos cansemos pues de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”

Cada vez, que sientas que la presión de grupo es más fuerte que tú, recuerda que siempre y cuando estés aferrado de la mano de Dios, no hay presión de grupo que valga. Nunca olvides que Dios y tú son mayoría.