Su gozo era contagioso, pero también absurdo. Nunca había visto algo así. Después de ser golpeados, torturados y encarcelados, aún tenían en su corazón el deseo de orar a su Dios y cantar, ¡cantar! ¿Quién canta en una celda sucia con ese tipo de gozo? Ellos lo hicieron.
La orden era clara: observarlos de cerca. Eran un par de seguidores de Jesús causando estragos en territorio romano. ¿Por qué no me sorprendía?
Debí haber sabido que cosas extrañas sucederían esa noche. Primero, ¿quién en su sano juicio actúa así en una celda? Segundo, ¿por qué ninguno de los otros prisioneros se quejó? Era habitual escuchar gritos estremecedores desde la celda más interna; sin embargo, esa noche, no escuché nada más que oraciones, cantos y alabanzas.
Terremoto a medianoche
Pronto, me quedé dormido. Mis prisioneros estaban seguros; no había forma de que se escaparan.
Entonces, ocurrió lo impensable: la tierra comenzó a temblar violentamente. Me desperté sobresaltado por el sonido de los barrotes y cadenas cayendo, y un pensamiento aterrador vino a mi mente. Si esos prisioneros escapaban, moriría ejecutado por orden de mis superiores. Pensando que prefería ahorrarme la humillación, saqué mi espada para matarme.
Fue entonces cuando escuché la voz de Pablo: “¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!” Con un nudo en el estómago, pedí luz y me apresuré a entrar en las celdas. Ellos, de hecho, estaban todos allí; ¿qué clase de Espíritu había poseído a esos prisioneros para que decidieran quedarse?
Cayendo de rodillas, le pregunté a Pablo y a su amigo qué necesitaba hacer para ser salvo. Me dijo que creyera en Jesucristo, y entonces entendí. Entendí su gozo a pesar de las circunstancias, las actitudes de los otros prisioneros, y comprendí el milagro que acababa de presenciar.
Gozo, un fruto del Espíritu
Experimentar gozo en medio de las pruebas no es humanamente posible. Solo es posible a través de Cristo, el verdadero dador de gozo. A diferencia de la felicidad, el gozo no es fugaz porque no es un sentimiento. Mientras que la tristeza se enfoca en las cosas malas que nos suceden y la felicidad en las cosas buenas, el gozo se enfoca en lo que Dios es capaz de hacer. Se enfoca en la paz que proviene de saber que Dios me cuida, ya sea que lo vea o no. La paz es el tercer fruto del Espíritu. ¡Hablaremos de ella la próxima vez!
Cultivando gozo
Una cita que me gusta dice así: “No hay nada que temer por el futuro, excepto que olvidemos la forma en que el Señor nos ha guiado y Sus enseñanzas en nuestra historia pasada.” – E.W.
Llevar un diario de gratitud es una manera que he encontrado útil para mantenerme enfocada en lo que Dios puede hacer al yo enfrentar pruebas, en lugar de enfocarme en la prueba en sí. Si no tienes el hábito, puedes empezar poco a poco y elegir una cosa por la cual estar agradecido al final del día. Luego, cuando lleguen las pruebas, podrás mirar hacia atrás y ver cómo Dios te ha cuidado y regocijarte en Su amor y poder, ¡sin importar las circunstancias!
Este devocional está basado en Hechos capítulo 16
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