La comunidad se define como un sentimiento de compañerismo con otros, basado en compartir actitudes, intereses y metas en común. Este sentido de unidad era palpable en la iglesia primitiva, especialmente justo después de Pentecostés. Después de aceptar las buenas nuevas, los creyentes no regresaban a sus hogares para practicar su fe en privado. Se reunían para adorar, estudiar y animarse mutuamente. Crecían juntos, no solo en la fe, sino también en número.
Por qué importa adorar en comunidad
Una pregunta común que he escuchado a lo largo de mi vida es: “¿Por qué tengo que ir a la iglesia si puedo adorar a Dios por mi cuenta en casa y evitar el drama innecesario?”
Primero, quiero decir que es una pregunta válida—y merece respuestas con respaldo bíblico. Así que aquí tienes tres razones por las que adorar en comunidad importa:
1. Nos ayuda a crecer y corregirnos mutuamente
“Así como el hierro se afila con hierro, así un amigo se afila con su amigo.” — Proverbios 27:17
Cuando somos parte de una comunidad espiritual, nos desafiamos, animamos y ayudamos a crecer en la fe. Aprendemos desde diferentes perspectivas, experiencias y dones espirituales.
2. Así reflejamos el cuerpo de Cristo
“Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es parte de él.” — 1 Corintios 12:27
Cada creyente tiene un conjunto único de dones y un propósito. Juntos, revelamos la plenitud de Jesús al mundo. La comunidad muestra la belleza de la unidad en la diversidad. En el cuerpo de Cristo, cada miembro es valioso y necesario.
3. Nos apoyamos los unos a los otros
“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.” — Gálatas 6:2
La vida puede ser difícil, y los caminos de la fe tienen altos y bajos. Dios diseñó la comunidad para que no tengamos que caminar solos. La Iglesia se convierte en un lugar de testimonios, oración, apoyo, y alegría y dolor compartidos.
Así como en cualquier familia, a veces habrá choques de estilos y perspectivas dentro de la iglesia. Sin embargo, debemos recordar que el Dios que creó la diversidad también es un Dios de unidad. Así como el pie no es más importante que la mano, ni el oído más que el ojo, la presencia de cada uno es importante en el cuerpo de Cristo. Nunca lo olvides—eso también te incluye a ti.