La paciencia es una virtud que la historia de David nos enseña. En el apogeo de su adolescencia, David fue ungido como rey. Sin embargo, no fue hasta que tenía treinta años que oficialmente ascendió al trono- 2 Samuel 5:4. Poco sabía él, en el momento de su unción, que viviría como un fugitivo durante más de una década, constantemente huyendo y temiendo por su vida. Este período de paciencia fue crucial para su trayectoria, moldeándolo en el rey que estaba destinado a ser.
La escuela de paciencia por la que pasó David comenzó antes de su unción cuando era un adolescente fue crucial. Sin saberlo, Dios estaba preparando meticulosamente a David para convertirse en el líder de su pueblo a través de su ocupación como pastor. Durante esta etapa de su vida, Dios fue su guía, enseñándole humildad, paciencia, valor y mansedumbre.
Paciencia que lleva a la confianza
Imagina recibir un ascenso inesperado en el trabajo, pero aquí está el detalle: no sabes cuándo ni cómo sucederá. ¿Cómo lidiarías con eso?
Después de su unción y victoria sobre Goliat, el gigante, David sufrió persecución a manos de su suegro, el rey Saúl. Durante esos estresantes años de persecusión, la confianza de David en la promesa de Dios fue probada y fortalecida. La prueba máxima: contenerse de dañar a Saúl cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
Elegir lo correcto
Durante una de esas persecuciones estresantes, David tuvo la oportunidad de acabar con su perseguidor. Saúl y su gente estaban pisándole los talones a David. Sin saberlo, Saúl entró en una cueva para aliviarse, donde David y sus soldados estaban escondidos. Impulsado por su gente para matar a Saúl, David en su lugar cortó un pedazo del manto real de su suegro. David sabía que cuando llegara el momento preciso, Dios pondría todo en su lugar tanto para él como para Saúl. Su paciencia se tradujo en bondad. ¡La bondad es el próximo fruto del espíritu del que hablaremos!