El rechazo es una de esas cosas inevitables en la vida. Tarde o temprano, todos lo experimentamos. Pero la forma en que respondemos hace toda la diferencia.
Tenía dieciocho años cuando salí de mi burbuja por primera vez. Me uní al programa de colportaje de mi universidad para trabajar en mi matrícula y ganar una beca. Era mi primera vez vendiendo materiales de salud y de estudio Bíblico, puerta a puerta. ¡Y si alguna vez has hecho eso, sabes que el rechazo es parte del proceso!
Aunque me fue bastante bien para ser nueva, me costaba mantenerme motivada cuando los días se llenaban de rechazos. Lo más difícil para mí eran los rechazos groseros. ¡Qué lucha era mantener a raya la tristeza, la ira y la frustración!
Recuerdo que, al principio, después de un encuentro particularmente feo, me sentaba afuera a escribir notas (no groseras) que dejaba en puertas, autos o ventanas explicando lo que estaba haciendo—y a veces hasta diciendo que perdonaba a la persona. Era mi forma de cerrar el capítulo y seguir.
Con el tiempo, entendí que no podía escribir una nota por cada rechazo. No me alcanzaría el tiempo para trabajar ni para alcanzar mi meta. Más importante aún, aprendí a no tomarlo de manera personal. Porque realmente, no me estaban rechazando a mí, sino a algo más grande que yo.
Guardando duelo
Después de la universidad, enfrenté aún más rechazos, planes y sueños que no se concretaron. Me entristecía por meses. Entonces entendí que Dios quería enseñarme tres cosas: a dejar el pasado atrás, a enfocarme en el presente, y a confiarle mi futuro.
Lamentar una pérdida es válido. Si algo era importante para ti, está bien sentir tristeza. Nadie tiene derecho a minimizarlo. Pero no puedes vivir en el duelo para siempre. Dios tiene una bodega llena de bendiciones esperándote. Si solo te enfocas en la puerta cerrada, podrías no ver las que se están abriendo.
Retomando el enfoque luego de un rechazo
No es fácil, pero es posible. Aquí algunos versículos que me han ayudado:
“El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido.” – Salmo 34:18
“Yo te escogí y no te rechacé… Yo soy tu Dios.” – Isaías 41:9–10
“Aunque fue rechazado por los hombres, fue escogido por Dios y tiene gran valor.” – 1 Pedro 2:4
“Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar en contra nuestra?” – Romanos 8:31
Tu valor no depende de la aprobación de nadie. Eres escogida por Dios—y eso es lo que más importa.