revolución social marcha protesta justicia

Los Cristianos y La Justicia Social, 3 Puntos a Tener en Cuenta

Jesús fue el más grande revolucionario de todos los tiempos. La Justicia Social era un tema fundamental para Él, sin embargo, su movimiento revolucionario no incluyó una campaña política, o una revuelta en masa contra el gobierno. Aunque fue pasado por alto por muchos, sus maneras inconvencionales de lidiar con la justicia sin duda alguna desafiaron el status quo, contradijeron la lógica humana, y trascendieron las expectativas sociales.

El Salvador vino a nacer a un mundo políticamente afligido. Las injusticias sociales que los judíos sufrían -especialmente los más vulnerables y de condición paupérrima- a manos de sus autoridades y del gobierno Romano diariamente, no eran menos que inaceptable, y los judíos estaban cansados.

Desafortunadamente, las cosas no han cambiado mucho.

Vivimos en un mundo donde la injusticia social pareciera ser la norma. Ver como los fuertes abusan de los débiles no solamente produce sentimientos de furia, también es asqueroso.  Miles de años de pecado ejercen un peso inaguantable sobre la raza humana, y se nota.

Luego de que Jesús alimentó a la multitud en Juan capítulo 6, la muchedumbre intentó coronar a Jesús como su nuevo rey. Sin embargo, su Reino no era de esta tierra. Los judíos esperaban a un Mesías que los liberaría del yugo romano, de hecho, esperaban que Jesús se alzara contra el gobierno; pero Él había venido a hacer mucho más que eso. Jesús había venido a liberar a una humanidad caída de las aplastantes cadenas del pecado.

Yo no se tú, pero a mí muy a menudo me pasa que me encuentro atrapada en la trampa de albergar sentimientos negativos en contra de un sistema corrupto, o expresar apatía cristiana, y ninguna de las dos está bien.

Así que, ¿cómo debemos abordar el tema?

La Justicia Social es un amplio tópico con mucho espacio para profundizar, sin embargo, hay 3 principios básicos de la vida de Jesús que continúan siendo relevantes y que podemos poner en práctica al momento de lidiar con la justicia social.

1. Actitud- ¿Es mi actitud una actitud de odio?

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. – Mateo 5:9

Una de las primeras preguntas que debes hacerte a ti mismo cuando se trata de justicia social es la siguiente: ¿Es mi actitud una actitud de odio?

La injusticia más grande de todos los tiempos le sucedió a Jesús. Juan 18-19 nos relata el turbio  e “inconstitucional” juicio de Jesucristo. Sin embargo, en el registro Bíblico podemos notar que a lo largo de su calvario, Jesús no pronunció ni una sola palabra ofensiva en contra de sus agresores.

Eso es porque cuando un corazón está lleno de odio, hostilidad, y resentimiento, este exudará justo eso al momento de ser maltratado. Al contrario, un corazón que está lleno de amor, paz, y compasión, reacciona con un “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.”

Pero ¡qué difícil es esto!

Sin embargo, todo cobra sentido mirando a través del cristal de Efesios 6:12

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. – Efesios 6:12

Jesús no luchó contra la injusticia social de su tiempo de la manera en que los judíos esperaban que lo hiciese. Más bien, Jesús luchó contra la injusticia social atendiendo las necesidades de los enfermos, de los quebrantados, y de los marginados. En otras palabras, Él estaba tan ocupado haciendo el bien, que no tenia tiempo de “aventarle piedras” al gobierno.

Jesús invirtió más tiempo ministrando a las víctimas de un sistema perverso y corrupto que atacando al sistema perverso y corrupto. Porque cuando la indignación en contra de la injusticia social emana de empatía pura hacia los desvalidos, tu prioridad será ayudar a los que se encuentran en necesidad. El verdadero cambio de corazón necesitaba suceder a nivel individual, es por eso que el ministerio de Jesús se basaba en alcanzar a individuos.

2. Responsabilidad- ¿Estoy cumpliendo con mis deberes cívicos?

Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él. – Marcos 12:17

En una de las múltiples ocasiones cuando los fariseos querían tenderle una trampa a Jesús, le lanzaron la siguiente pregunta: “¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?” a lo cual Jesús respondió: “Dad a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios”

Parte de ser un cristiano responsable también significa ser obediente a las leyes del estado. Esto incluye tomar decisiones de voto informadas, denunciar crímenes, testificar, cooperar con las autoridades, pagar impuestos, etc. Siempre y cuando estas leyes no interfieran con la ley de Dios, es nuestra responsabilidad regirnos por ellas.

3. Acción- ¿Estoy ministrando a los necesitados de mi entorno?

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. – Santiago 1:27

No hay nada de malo con querer cambiar el mundo. Todo lo contrario, el preocuparse por la justicia social es algo noble, significa que eres sensible al dolor ajeno, y eso es bueno, es un don de Dios.

Sin embargo, algunas veces puede ser fácil dejarse llevar por la emoción en un tren de idealismo y buenas intenciones intentando arreglar todas las injusticias “allá afuera”, que caemos en la trampa de pasar por alto las injusticias “aquí adentro”. Las injusticias sociales suceden a todo nuestro rededor. Muchas veces justo bajo nuestras propias narices.

¿Cómo estoy promoviendo la justicia en mis círculos? ¿Soy un miembro activo de mi comunidad? ¿Qué estoy haciendo para aliviar al dolor y el sufrimiento a mi alrededor? ¿Estoy ministrando a las necesidades específicas de mi vecindario? ¿Si quiera sé cuáles son?

Si vives cerca de cualquier área civilizada, lo más probable es que cerca de ti habrá alguna victima de injusticia social a la cual tú puedes ser de bendición. Inclusive, si no hubiese personas alrededor de ti, hay animales con derechos que necesitan ser defendidos, o un ecosistema que proteger.

Ten cuidado con el síndrome de “Oraré por ti”

Cuando el buen samaritano vio al desconocido moribundo, el no se detuvo, sintió compasión por el hombre ultrajado, bajó de su asno, se acercó al hombre y gentilmente susurró: “estaré orando por ti, hermano” para luego continuar en su viaje. ¡Imagínate si ese hubiese sido el caso!

Gracias a Dios, este hombre hizo mucho más que eso. El buen samaritano hizo todo dentro de sus posibilidades para ayudar al hombre desconocido. Inclusive fue una milla extra para asegurarse de su bienestar. ¿No se supone que nosotros como cristianos deberíamos mostrar el mismo tipo de empatía hacia los demás sea cual sea su trasfondo o ideología?

En otras palabras, orar los unos por los otros es bueno, orar los unos por los otros es necesario. Pero las oraciones y las buenas intenciones deben estar acompañadas de actos. Porque la simpatía mueve a la compasión, pero la empatía impulsa a la acción. Tal vez alguien en necesidad esta orando hoy. Y tal vez, la respuesta a esa oración eres tú.

También puedes estar interesado en:

🙂

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.