Malas intenciones, chismes, puñaladas por la espalda, envidia, intrigas. Imagina trabajar en un lugar así. A donde sea que mires, encuentras a alguien chismeando sobre alguien más. Donde sea que vayas, encuentras a alguien tratando de sabotear a alguien más. Donde es costumbre ser abiertamente hostil con los demás.
Eso es por lo que nuestro amigo Daniel pasaba todos los días de su vida.
Era diferente, se destacaba entre los demás. Sus elecciones de comida no coincidían con las del resto del grupo. Tenía acento y hablaba con fluidez más idiomas que sus compañeros. Adoraba a un Dios del que sus compañeros habían oído poco y observaba un día de la semana que parecía extraño para los demás. Pero lo que enfurecía a sus compañeros más que nada, era que Daniel se negaba a ser parte de la cultura tóxica en su lugar de trabajo.
Era un ambiente estresante para Daniel, pero no estaba solo, Dios estaba a su lado.
Un día, cansados de no poder encontrar algún defecto en su comportamiento, sus compañeros decidieron conspirar contra Daniel usando su fe en su contra, lo único que se les ocurrió.
Fueron al rey y lo convencieron de firmar un edicto que prohibía orar a cualquier otro que no fuera el rey durante 30 días. Cuando Daniel se enteró de esta proclamación, no cambió nada en su rutina diaria y continuó orando al Señor con las ventanas abiertas.
Sus compañeros corrieron hacia el rey para acusar a Daniel de desobedecer la ley. El rey tuvo miedo por la integridad de Daniel. Se sintió arrepentido por firmar una ley y olvidarse de su amigo. Sin embargo, no tuvo más opción que seguir adelante y cumplir con la ley que había firmado.
Pero Daniel experimentó un milagro, después de soportar una noche en el foso de los leones, salió ileso a la mañana siguiente. El rey se regocijó y alabó al Señor con Daniel. Todo el reino escuchó acerca de este Dios de maravillas, y muchos también creyeron en Él.
Si alguna vez te sientes en una posición como la de Daniel, rodeado de malas intenciones, ten esto en cuenta:
- Cuando te adhieres a tus principios, no siempre serás el más popular.
- Tu lucha no es contra los malhechores, sino contra el mal.
- Todo obra para bien para aquellos que aman a Jesús.
Dios no siempre te librará del foso de los leones, pero es lo suficientemente poderoso como para salvarte de las fauces de los leones si es necesario.
*Esta reflexión está basada en Daniel capítulo 6