Mi niñez me encantó, la disfruté al máximo. Algunas de mis memorias favoritas consisten en horas de diversión en el lodo. Sí, ¡era de esos niños que amaba jugar al aire libre! La mayor parte del tiempo la pasaba afuera.
Nací en México en una ciudad donde el clima es la mayor parte del tiempo seco y caliente, así que la tierra me resultaba fresca y divertida. ¡Pensaba que el lodo era lo mejor que existía en el mundo! algo así como barro, pero mejor. Claro, a mi mamá no le causaba tanta gracia cuando le tocaba sacar ese lodo de mi ropa sucia o de mis uñas.
Mirar hacia atrás a los años de mi niñez y recordar toda la diversión que viví enlodándome, me hace pensar en cómo Dios nos creo del polvo de la tierra.
Dios es tan maravilloso que muestra su amor a través de cada acción. Él pudo haber dicho algo como: “Sea hecho el hombre” y bam! Adán hubiera aparecido. Estoy segura de que Dios lo pudo haber hecho así. Sin embargo, no fue así que decidió hacerlo. Dios se postró en tierra, probablemente ensuciando sus rodillas, tomó un poco de tierra en sus manos, y así como yo solía hacer cosas de lodo, Él comenzó a moldear a Adán con sus propias manos; creando así el cuerpo humano.
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
En otras palabras, Él se ensució por nosotros, literalmente en todos los sentidos. Lo hizo en la creación y a través de Jesús también. Un Ser perfecto que vino a este sucio mundo a redimir a sus hijos. Esto es simplemente increíble. Dios es tan maravilloso, y aun así a veces olvidamos que está dispuesto a hacerlo todo por nosotros.
Como una canción en inglés escrita por John Mark McMillan que dice: “nos ama, oh cuanto nos ama, oh cuanto nos ama”. Su amor por nosotros es infinito.
También te puede interesar: