“Solo un milagro me sacará de este lío”, pensé mientras mi corazón se aceleraba. Nunca me habían retenido en una sala trasera del aeropuerto, y lo no familiar de la situación, junto con la incertidumbre me ponían nerviosa. La graduación estaba a solo un mes.
Mientras esperaba, saqué algunas tareas para completar. Mientras trabajaba en mis asignaciones, alabé a Dios por toda Su bondad. Luego, el estrés se convirtió en paz.
Cuatro horas después
Luego de escucharme y consultar con sus superiores, la oficial de la sala trasera dijo: “Bienvenida a casa” y estampó mi pasaporte.
En ese momento, tenía 29 minutos para pasar por seguridad y llegar a mi puerta antes de que cerraran. Si no abordaba ese último vuelo de Miami a Texas del día, me quedaría atrapada en el aeropuerto toda la noche.
Cuando llegué a la fila de seguridad, mi corazón se desfalleció. No había manera de que llegara a tiempo. Después de una larga fila y una eternidad después, atravesé la linea de seguridad. Eran las 9:26 pm.
Mi puerta de salida era la 48. Yo estaba en la 26. Tenía 22 puertas de salida que recorrer y solo tres minutos.
De repente, me sentí débil y con náuseas; recordé que no había almorzado ni cenado.
Entonces escuché mi nombre: “Jasiel Ordóñez, repórtese a la puerta 48”.
Corrí
Después de escuchar mi nombre llamado tres veces más, escuché: “Esta es la última llamada para Jasiel Ordóñez”
“Dios, por favor ayúdame.” Oré.
Los ángeles debieron haberme levantado, porque volé.
Cuando llegué a mi terminal de salida, la señora del aeropuerto revisó rápidamente mis documentos y me dejó entrar.
Sin aliento, me desplomé en mi asiento, y no pasó ni un minuto y medio antes de que el avión despegara.
Esa noche, no experimenté un milagro, sino dos. Primero, regresé a casa a salvo, y segundo, Dios me llevó por el aeropuerto para llegar a mi puerta a tiempo.
Casa
Como peregrinos en esta tierra, es un alivio saber que Jesús volverá pronto para acabar con la muerte, el sufrimiento y el dolor. ¡Nos vamos a casa!
El avión no tiene límite de pasajeros. Hace dos mil años, Jesús mismo pagó el precio de nuestros boletos con Su sangre. ¿Requisito para el check-in? Creer.
¿Llegarás a tiempo a tu puerta de salida?
“He aquí, Yo vengo pronto!”
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