Esta mañana, mientras me dirigía hacia el trabajo, me tocó manejar a través de una densa neblina. A duras penas podía ver las líneas de la carretera, con dificultad lograba ver unas cuantas pulgadas en frente de mí.
La vida puede ser a veces como una gruesa neblina; difícil de mirar a través. Personalmente yo batallo con esto, soy el tipo de persona a la que le gusta estar en control de las situaciones; no soy fanática de las sorpresas. Lo sé, es uno de mis más grandes defectos y estoy trabajando en ello.
Hay momentos en la vida cuando no soy yo la que está en control, y es frustrante, pero he aprendido que necesito dejar que Dios tome el control.
Sin embargo, cuando no puedo ver el camino que me espera por delante, me asusta continuar manejando. No saber qué me espera más adelante es una de las cosas que más me aterra.
No sé por dónde te encuentres manejando hoy, quizá tu panorama no es muy claro. Es posible que las cosas no tengan sentido para ti en este momento.
Sin embargo, necesitas manejar a través de la neblina para adquirir una mejor perspectiva.
Sé que esto es más fácil decirlo que hacerlo, créeme, te entiendo.
No obstante, te puedo decir que muy pronto estarás lo “suficientemente cerca” para ver por qué las cosas sucedieron como lo hicieron. Dios tiene maneras interesantes de trabajar, pero al final del día, todo tiene sentido. Por ahora, solo confía que Dios está en control.