Mis abuelos fueron extranjeros, mis padres son extranjeros, yo soy extranjera, y muy probablemente, mis hijos serán extranjeros. Por nuestras venas corre sangre gitana. Cuando eres extranjero, tu sentido de identidad tiende a nublarse un tanto. Llega un momento en el cual tu corazón ya no sabe ni a que lugar pertenece, peor aún, cómo llegar a ese lugar. ¿Has experimentado ese sentimiento que se vive cuando por fin llegas a casa luego de un largo viaje? Cuando eres extranjero no experimentas ese sentimiento muy a menudo.
¿Qué significa “hogar” para ti?
Cuando has vivido por mucho tiempo fuera de tu patria, o te has mudado constantemente, la palabra “hogar” para ti se convierte en un sinónimo de temporal. En tu mente, existe un conflicto entre la palabra “hogar” y “para siempre”. Vives con un sentimiento constante de “no haber llegado aún”
¿Adivina qué? Es exactamente así como tú y yo nos debemos sentir. De hecho, 1 Pedro 2:11 nos recuerda que todos nosotros somos peregrinos en esta vida, esa es nuestra realidad. Somos extranjeros en esta tierra. No fuimos creados para vivir en un mundo de pecado, no fuimos creados para estar sujetos al tiempo y al espacio de la manera en la que estamos. Fuimos creados para ser libres. Sin embargo, no “libres” bajo la definición de “libertad” que este mundo ofrece. Romanos 12:2 claramente nos aconseja en contra de conformarnos a los bajos estándares del mundo en que vivimos.
Usualmente, tendemos a relacionar el concepto de “hogar” con un sentimiento de comodidad. Sin embargo, no hemos sido llamados a estar cómodos. Hemos sido llamados para mucho más que eso. No hemos sido llamados para asimilar las ideas de este mundo. Al contrario, hemos sido llamados para salir de nuestra zona de confort y atrevernos a ser diferentes. Mateo 5:13-16
¿Entonces qué?
No, no hemos sido llamados a ser ermitaños. Por el contrario, hemos sido llamados a ser parte integral de nuestra sociedad y a crear un impacto positivo en ella. En Juan 17: 15 encontramos que el propósito de esa “asimilación cultural” a la cual estamos sujetos como peregrinos extranjeros en este mundo, no es acondicionarnos al pensamiento de que este es nuestro hogar; al contrario, existe como una herramienta para recordarle a los demás que este no es su hogar.
“Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo)
-1 Corintios 9:20-21
Todos somos peregrinos extranjeros en el viaje de esta vida. Nuestro destino final es fuera de este planeta. No permitas que tu corazón se conforme.