Las palabras tienen poder; pueden construir o destruir. Si tan solo fuéramos conscientes del inmenso poder que las palabras tienen en nuestras vidas y en las vidas de los demás, seríamos más cuidadosos con ellas. No es de extrañar que la Biblia; una fuente de sabiduría y orientación, a menudo enfatice esta gran verdad.
¿Cómo lidias con palabras poco amables?
¿Alguna vez has luchado con la tentación de responder de manera poco amable a palabras poco amables? Es una lucha que he enfrentado desde que puedo hablar. A veces, siento como si el enemigo seleccionara cuidadosamente a sus aliados para probarme en este departamento. Sin embargo, recientemente, he comenzado a internalizar una verdad crucial: las palabras que salen de la boca de los demás los reflejan a ellos, no a mí; su falta de amabilidad nunca debería disminuir mi amabilidad. ¿Y su amargura? No es carga mía para llevar.
Hace un par de semanas, aprendí sobre algo que me ha estado ayudando a controlar mi lengua cada vez que me encuentro con una palabra poco amable.
La regla de los noventa segundos
Según expertos en psicología, una emoción dura noventa segundos. Después de eso, depende de mí seguir trayéndola de vuelta y reviviéndola una y otra vez. Entonces, cuando escucho una palabra poco amable, conscientemente me abstengo de abrir mi boca de inmediato. Visualizo los noventa segundos corriendo, permitiéndome sentir molesta por la injusticia o la rudeza, pero sin decir nada hiriente a cambio. Me centro en los noventa segundos. Este ejercicio me ha ayudado porque, después de noventa segundos, es menos probable que diga algo grosero en retorno. Al final de los noventa segundos, elijo seguir adelante. Esto me ha permitido procesar palabras poco amables sin internalizarlas.
Durante sus últimos momentos en esta tierra, Jesús también lidió con palabras poco amables. Mientras daba su vida por los soldados que lo crucificaban, estos burlescamente lo inundaron con comentarios desagradables sobre su naturaleza divina. Sin embargo, su única respuesta fue: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que están haciendo” Lucas 23:34
Cuando alguien te dice algo desagradable o provocativo, recuerda que no saben lo que están haciendo. Las personas heridas, hieren. No puedes dar lo que no tienes.
No permitas que lo peor de las personas saque lo peor de ti.
Fuiste creado para más que eso.
Recuerda que en el último día, todos seremos responsables no solo de nuestras acciones sino también de nuestras palabras. Aunque devolver una bofetada con otra es tentador, hacer eso no te hace diferente del abofeteador. ¿Esas palabras poco amables? No solo te las dijeron a ti sino también a tu Padre. Ya sea que seamos amables o poco amables con los demás, es como si se lo hiciéramos a Jesús. Mateo 25:40
Él también las escuchó. Déjaselo a Él. No te rebajes a la oscuridad. Respira profundamente, recuerda la regla de los noventa segundos y no dejes que el mal gane encontrando posada en tu corazón.
Las palabras amables son un panal de miel, dulces para el alma y sanadoras para los huesos.