Nacido en tiempos en los que simples mortales vendían el perdón de Dios, Martín creció sintiéndose abrumado por una carrera interminable para ganarse Su gracia. No importaba lo que hiciera, nunca sentía que fuera suficiente para “ganarse” el perdón de Dios. No fue hasta que interiorizó el versículo bíblico que dice: “el justo vivirá por la fe“, que encontró paz en Jesús y Su perdón. Porque el perdón que Jesús nos da no está en venta.
¿Alguna vez has sentido que estás en una carrera interminable para ganarte la gracia de Dios?
La madre de Bart lo abandonó cuando era niño. Se escapó, dejándolo solo para lidiar con su padre abusivo. Tan pronto como pudo, él también se escapó. Persiguiendo su sueño musical, corrió. Corrió lejos de los recuerdos de su padre y hacia la música lo más rápido que pudo. Sin embargo, nunca lo suficientemente rápido. Hasta que se dio cuenta de que necesitaba perdonar a sus padres, la pesada carga que lo frenaba se levantó de sus hombros, y pudo seguir adelante y avanzar en su vida personal, espiritual y profesional.
Los asuntos pendientes con el perdón te roban tu paz. Es como un malestar constante, un sabor amargo persistente y una carga pesada. El perdón que no se ha dado ni recibido no te permite avanzar en la vida; te mantiene estancado.
De gracia recibiste, da de gracia
Cuando era niña, la parte del Padre Nuestro que más llamaba mi atención era la que dice: “Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. ¿Significa eso que Dios no me perdonará si me cuesta perdonar? ¿Significa que cuando aceptamos el perdón de Dios en nuestras vidas, es natural que fluya a través de nosotros, permitiéndonos perdonar a los demás?
Si estás luchando con el perdón hoy, no te sientas mal al respecto. Ya sea que tu lucha sea sentirte perdonado o perdonar a alguien, debes saber que Dios no espera que el perdón brote de dentro de ti. Así que por favor, no te sientas culpable por luchar con eso.
El perdón no está en venta. Dios te otorga el regalo del perdón cada día. Él te capacita para compartir con otros la paz que viene con él. Pídele fuerzas para perdonar a otros. Él no te decepcionará.
“Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.” – Colosenses 3:13
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