The value of a promise El valor de una promesa

El valor de una promesa

¿Qué valor tiene una promesa para ti? Al casarte, prometes ante Dios estar ahí para tu cónyuge pase lo que pase. Ni en un millón de años habria imaginado que mi esposo y yo seríamos probados en la parte que dice: “en la enfermedad” tan pronto. Pero pasó justo en el momento en que llegamos a casa de nuestra luna de miel. ¡Gracias a Dios que no fue durante!

Lo que pensé que sería una memorable primera semana en casa juntos como familia resultó ser una experiencia cercana a la muerte debido a una semana de fiebre. Estoy bastante segura de que probablemente no fue una experiencia cercana a la muerte como tal, pero yo así lo sentí. No podía comer, no podía beber, no podía hacer nada. ¿Cuándo fue la última vez que tuve una fiebre tan larga, intensa y persistente como esa? No podía recordar. ¡Incluso cuando estuve enferma de Covid-19 hace unos años, me salté por completo la etapa de la pesadilla febril!

En el quinto día de agonía…

Mi amado esposo, que había estado al tanto de su trabajo, las cosas en casa, nuestra perra y mis necesidades, finalmente me convenció de que lo dejara llevarme al médico. Nunca olvidaré y siempre admiraré su atención y dedicación a todo lo que hizo durante esos días críticos cuando llevaba toda la responsabilidad de nuestro hogar sobre sus hombros.

En la Biblia, el matrimonio ilustra el amor desinteresado e inagotable de Dios por su pueblo. Cuando Jesús dio la gran comisión a sus discípulos, les hizo una promesa. Prometió estar con ellos todos los días hasta el fin del mundo. Mateo 28:20

Incluso durante la larga y terrible edad media Dios estaba ahí. Cuando la falta de Dios y conocimiento de su palabra era la norma, Dios estaba ahí. Cuando la humanidad estaba podrida hasta los huesos por el pecado, Dios estaba allí. ¡Él siempre ha estado con nosotros!

La promesa de Dios de estar con nosotros rompe la barrera del pecado y trasciende a la eternidad. Él promete no solo regresar por nosotros y acabar con el virus del pecado para siempre (Mateo 24:44), sino también que después de erradicado el pecado, dondequiera que esté, estaremos con Él. ¡Nunca se alejará de nuestro lado!

Al igual que su amor por nosotros, las promesas de Dios no vienen con fecha de caducidad.

¿No es eso maravilloso?

…Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis – Juan 14:3

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