El Salmo 37:4 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá los deseos de tu corazón.”Deleitarse en el Señor, suena como un camino claro hacia la felicidad, ¿verdad?
Este versículo de la Biblia siempre me ha intrigado. La mentalidad glorificada promovida por la cultura del egoísmo en los medios que recuerdo de mi infancia era: “¿Quieres ser verdaderamente feliz? ¡Entonces sigue tu corazón!” aunque me resultaba atractiva, nunca me pareció acertada. En algún lugar en lo más profundo sabía que tenía que haber más sobre la felicidad, los corazones y los deseos de lo que parecía.
Quería que se cumplieran los deseos de mi corazón porque, ¿quién no quiere que se cumplan sus deseos, verdad? Así que, cada vez que abría una Biblia, mantenía los ojos abiertos por si acaso encontraba la respuesta a una pregunta que había llevado conmigo durante años: ¿Qué significa deleitarse en el Señor? ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se ve? Y, ¿cómo sé si realmente me estoy deleitando en el Señor o no?
Fue entonces cuando encontré Isaías 58:14 que dice:
“Entonces te deleitarás en el Señor; y te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca del Señor lo ha hablado.”
Así que, retrocedí rápidamente a Isaías 58:13, y las cosas empezaron a tener sentido. ¡Puedes buscarlo! 😉 Es la respuesta al qué y al cómo sobre deleitarse en el Señor. ¡Ve a buscarlo!
Bueno, te lo voy a adelantar un poco, pero tienes que prometer buscarlo 😊. La esencia detrás de todo es la obediencia. ¡Los Diez Mandamientos que Dios nos dejó no son un conjunto de reglas y prohibiciones, sino pautas para una vida feliz y saludable! Cuando obedecemos a nuestro Padre, nuestras mentes y corazones se sincronizan con los suyos, ¡y sus deseos se convierten en nuestros deseos! ¡Su voluntad en nuestra voluntad! ¡Su deleite en nuestro deleite!
¿Significa eso que tenemos que obedecer a Dios perfectamente para ganar su favor?
¡No te preocupes!
Porque contamos con su favor, eso nos capacita para llevar una vida de oebediencia. Es solo cuestión de aceptar su favor en nuestras vidas. ¡Dios nunca espera que hagamos nada por nuestra cuenta!
¿No es maravilloso?
Juan 15:4-7 dice:
4 Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. 5 Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. 6 Si no permanecen en mí, serán como el sarmiento que se arroja y se seca. Luego se recoge, se echa al fuego y arde. 7 Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá.
Todo lo que tenemos que hacer es creer, aceptar y aferrarnos a Él ♥
También te puede interesar: